"galgo que va tras dos liebres, sin ninguna vuelve" recomienda no dividir esfuerzos, "Más corre el galgo que el mastín; pero si el camino es largo, más corre el mastín que el galgo. No obstante los dos corren bastante" nos resalta las diferencias entre corredores de fondo y velocistas, sin demérito de sus respectivas naturalezas, y así un largo et cétera.
La expresión "cuando menos se piensa salta la liebre" empleada hoy hasta la saciedad para pedir atención al interlocutor frente a algo inminente tiene también su origen en la caza.
Las denominaciones de Galgo y Lebrel se han asentado en la actualidad como verdaderos sinónimos; sin embargo no siempre fue así puesto que tenemos documentación que nos demuestra que el lebrel del siglo XIV poseía un tamaño medio, una cabeza bastante gruesa y alargada, la barriga voluminosa y unas ijadas poderosas. Así se desprende de la lectura del libro de la Caza de Gastón Phoebus. Con el paso del tiempo fue variando su morfología, al mismo tiempo que cada vez más a menudo, se les denominaba lebrel o galgo indistintamente.
Aparentemente esta raza no sufre ninguna circunstancia especial en los siglos XVIII y XIX, manteniendo su vocación natural de perro rápido de caza. De hecho ha quedado un refrán de principios del XIX: "A los galgos del Rey no se les escapa la liebre" que se emplea para ironizar sobre los tramposos desde tiempos de Fernando VII, cuyas cacerías, se dice, estaban frecuentemente amañadas. Sin embargo a principios del siglo XX, ocurre un mestizaje masivo de Galgo Español y galgo inglés; descendiente suyo y variedad de galgo más veloz. Esto ocurrió por la pretensión de conseguir animales más rápidos con los que competir en los canódromos, que hacían furor en Inglaterra y estuvieron muy de moda en la España de esa época. Esta circunstancia puso en peligro la pureza de la raza (considerada una raza pura, es decir, que no es el resultado del cruce sino de la selección prolongada en el tiempo). Tras notables esfuerzos, se logró reconducir la raza a partir de los aún abundantes galgos españoles "puros" que seguían en manos de criadores y cazadores.
Pese a su antigüedad y relevancia, el Galgo Español fue reconocido bastante tarde por las asociaciones caninas, que por su origen principalmente anglosajón tienden a ver al Galgo Inglés como la referencia más destacable de este tipo de perros. Esta óptica debe matizarse considerándolo, sin embargo, un probable descendiente del Galgo Español.
Si a esto añadimos la conflictiva historia española del Siglo XX, es comprensible que esta riquísima raza haya sido vista con cierta indiferencia por propios y ajenos.
Sí puede pensarse,sin embargo, que esa situación va camino de arreglarse, ya que el Galgo Español ha emprendido el Siglo XXI en el contexto de un aprecio cada vez mayor por su raza, y la España contemporánea es progresivamente más consciente del valor de este espléndido animal. En España, el galgo fue utilizado para la caza mayor en monterías y para la caza de la liebre en campo abierto, donde el perro caza la pieza sin la intervención del hombre tras una persecución. Este tipo de caza que en la actualidad tiene carácter deportivo, en el pasado era un acto de prestigio social en el que la caza era un pretexto para demostrar quién era el poseedor del mejor ejemplar.
España, debido a sus condiciones tan particulares, es probablemente el país donde el galgo es utilizado en un mayor número de modalidades cinegéticas y deportivas. Es el cánido más numeroso en España[cita requerida], y es común encontrarlo en cualquiera de los pueblos y ciudades de la amplia geografía de la España llana. El galgo de campo mueve en España anualmente del orden de diez mil millones de pesetas[cita requerida], cálculo que solo se refiere a una parte de los aficionados del país incluidos en sociedades galgueras. Esta pequeña parte de galgueros preparan al año entre tres mil y cuatro mil galgos con motivo de su participación en los distintos Campeonatos de Campo Abierto. Este tipo de pruebas, donde cada año se premia al ejemplar más característico, parecen demostrar que el galguero vuelve hacia una raza que hace años estuvo perdida.
El mestizaje con el galgo inglés para conseguir animales más rápidos en carreras se ha detenido y erradicado por varios motivos: Por una parte esta actividad cinegética evoluciona a pasos agigantados a convertirse en un verdadero deporte, donde el hecho de matar la liebre es secundario en favor de la belleza de la carrera. El galgo híbrido pierde gran parte de dicha belleza, por lo que se valora cada vez más la pureza del Galgo Español. Por otro lado, el hecho de que a la liebre se la proteja más que nunca contra las escopetas y que cada vez sea más fuerte por selección natural (ha ido perdiendo sus zonas naturales de refugio por el aumento de terrenos roturados y caminos de concentración), hace necesaria su caza con galgos de mayor dureza.
De hecho, las circunstancias particulares dentro de la geografía tienen incidencia,y nunca un galgo que lleva corriendo generaciones en Andalucía tendrá las mismas características que otro que de igual forma lleva corriendo otras tantas generaciones en Castilla.
Así, en Andalucía y muchas partes de la Mancha, impera la viña y el olivo, teniendo la liebre perdederos próximos. De igual manera al ser el clima benigno, contará a lo largo del año con comida abundante sin necesidad de recorrer grandes distancias. Adicionalmente se la molesta menos al encontrarse dentro de grandes fincas sin caminos vecinales. Todas estas cuestiones van a hacer que el galgo que impere en estas zonas sea más pequeño y su musculatura algo más corta y redondeada, es decir mayor potencia en los cuartos traseros. Esto se debe a que debe ser un galgo que las llegue rápidamente y salga de los cortes con mayor facilidad. Menos pesado por la blandura del terreno donde pisa y en definitiva más rápido y menos resistente, aunque una propiedad no tiene por que excluir a la otra.
En Castilla, donde prevalecen los grandes espacios, la liebre recorre grandes distancias en busca de alimento y su única defensa al estar sus perdederos alejados son sus patas y su corazón. En este tipo de terreno se va a imponer otro tipo de galgo, más duro de huellas, con mayor profundidad de pecho, de musculatura más larga y plana, en definitiva un galgo de mayor resistencia. Estos galgos al ser más pesados tendrán más alzada, y de hecho han sido los considerados más puros de cara a la estabilización de la raza.
Asimismo, fuera de España, concretamente en Chile (principalmente en la Zona Central) estos perros son usados en las competencias que se efectúan en Fiestas Patrias. En los últimos años se ha hecho además más corriente el mantenimiento de Galgos Españoles como animales de compañía. Tienen la consolidada reputación de ser animales nobles, más bien tímidos y que se adaptan bien a la vida en una casa. Suele sorprender su frecuente tolerancia a compartir el espacio con otras mascotas como gatos y conejos. Por otra parte, su actitud doméstica tiende a ser pasiva, durmiendo la mayor parte del tiempo, siempre y cuando se les permita un ejercicio regular, que suele consistir en correr con cierta frecuencia, o recorrer paseos largos que satisfagan su instinto atlético. Como a otras variedades de lebreles, la ligereza física y la genética depurada siglo a siglo ponen al Galgo Español a salvo de la displasia de cadera que es común en otros perros de la misma talla. El galgo es un animal de gran belleza y temperamento dulce que empieza a ser apreciado y acogido en el mundo urbano.
Muchos de esos galgos son animales que han sufrido tratos crueles y han sido abandonados al acabar las temporadas de caza. Los menos afortunados encuentran la muerte: los ahorcamientos, tirarlos a pozos o envenenarlos son métodos usados con frecuencia.4 5 De los galgos rescatados, muchos son adoptados fuera del país,6 aunque cada vez más son más apreciados dentro de España como animales de compañía.7 Numerosas organizaciones han empezado en la última década a concienciar sobre la situación y a rescatar galgos para ofrecerlos en adopción. Es común que se los esterilice con la intención de contener la población, ya que se estima que pueden existir unos 250.000 galgos en situación de abandono[cita requerida]. Paralelamente, asociaciones a favor de los derechos de los animales han pedido, sin éxito, que se prohíba la caza con galgos.8
En octubre de 2011 un grupo de eurodiputados expresó en una carta al presidente Rodríguez Zapatero su preocupación acerca de «la crueldad que se ejerce contra los galgos en España».9
Cabe esperar que la situación de esta raza pueda mejorar conforme se adquiere una conciencia mayor y más extendida sobre ella.
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